10/11/2023
Los territorios rurales de toda España viven desde hace más de una década una realidad que ofrece dos caminos divergentes que es necesario hacer converger para garantizar la calidad de vida y las oportunidades de futuro en los pueblos.
Y es que, mientras por un lado el día a día en los pueblos obliga a sus habitantes a mejorar su capacidad de respuesta y adaptación a su realidad más complicada, potenciando el talento de cada persona, por otro se encuentra con que, una vez formadas estas personas, se van con su talento a otros lugares donde tengan más garantías de desarrollar sus proyectos vitales. A base de trabajo y esfuerzo, aunque sin una estrategia definida en muchos casos, han conseguido concienciar a los habitantes de las áreas metropolitanas de la necesidad de poner en foco en las poblaciones más pequeñas y diseminadas con el objetivo de frenar una despoblación que hasta entonces parecía inevitable. Eso es algo que conocen de primera mano muchos de los municipios de la provincia de Castellón y la mayoría de los pueblos del Maestrat. Se han buscado muchas respuestas y se han encontrado algunas soluciones con más o menos éxito. Y durante esta travesía hay pocas certezas a la hora de garantizar un futuro para nuestros entornos rurales. Una de ellas es que es fundamental fomentar el talento en los pueblos más pequeños para que abran nuevas oportunidades de negocio, para crear puestos de trabajo en nichos de mercado poco explotados o inexistentes en la actualidad y para asentar a las familias que quieran plantearse su vida en el interior. Sin embargo, mientras todos están de acuerdo en la necesidad de fomentar este talento, apenas nadie ha hecho nada para, una vez incentivado, retener este talento en nuestros pueblos. Este es un concepto en el que incide la experta Ainara Zubillaga, directora de Educación y Formación en la Fundación Cotec, que aporta un matiz diferencial: una cosa es fomentar el talento y otra muy distinta es retenerlo. “Está muy bien ayudar a aquellas personas que se quieren quedar o que se plantean ir a vivir a entornos rurales”. En su opinión, “lo que debe hacerse, prosigue Zubillaga, es impulsar planes para que los pueblos tengan los requisitos suficientes en cuanto a las condiciones de vida, de servicios, de conectividad para trabajar, de empleo, de viabilidad económica… y, por supuesto, de educación”.